FUTURO ALTERNATIVO Y REGIONALISMO RADICAL

El comunismo, según Karl Marx, implica la instauración del comercio mundial que unifica a la humanidad a través de la producción y el intercambio de bienes. Marx se centra en el materialismo histórico, donde cada época se define por cómo se produce e intercambia la vida material, subrayando la Revolución Industrial en Inglaterra como un punto crucial para el desarrollo del capitalismo. En «La ideología alemana», Marx y Engels exponen que el comunismo va más allá de la lucha de clases y la toma del poder por el proletariado; se trata de la emancipación y la abolición del Estado para alcanzar la libertad completa. El comunismo es aquello que es común a todos, manifestándose en la globalización tecnológica y cultural, donde la existencia humana se estandariza y se iguala a nivel global.

En la concepción de Marx, el comunismo no se opone al libre mercado; por el contrario, lo integra. La globalización y la tecnología han transformado cómo se produce e intercambia la vida material, llevando a una forma de existencia común que Marx ya había anticipado. La estandarización de productos y servicios, como la posibilidad de satisfacer necesidades básicas con un clic, refleja esta evolución. Sin embargo, la distribución desigual de estos avances muestra que la producción y el intercambio todavía dependen de quienes controlan el comercio mundial. Marx veía a Estados Unidos como un ejemplo de cómo el comercio mundial dirigía la economía y, aunque paradójico, reconocía que ciertos aspectos de su modelo contribuía a una especie de comunismo en el sentido de unificar prácticas y estilos de vida a través del comercio y la innovación.

La automatización y la cibernética juegan un rol esencial en la visión de Marx sobre el comunismo. Marx veía al ser humano como un ser productor, cuya existencia se define por la producción y el intercambio de bienes. La automatización y la tecnología avanzada permiten satisfacer necesidades de manera más eficiente, aunque plantean el desafío de garantizar que estos avances lleguen a todos. Aunque Marx no anticipaba específicamente la cibernética, su teoría del materialismo histórico puede adaptarse para entender cómo las nuevas tecnologías reconfiguran la producción y el intercambio. En una sociedad comunista, estas tecnologías deberían servir para el bien común, eliminando las desigualdades y permitiendo una vida digna para todos.

China se ha convertido en un actor central en el comercio mundial, reflejando la visión de Marx sobre el comunismo. A través de su revolución económica y comercial, especialmente desde las reformas de Deng Xiaoping en los años 80, China ha logrado controlar y dirigir una parte significativa del comercio global. La política económica de China ha expropiado y adaptado elementos del capitalismo para fortalecer su posición en el escenario mundial. Este control del comercio mundial por parte de China se alinea con la idea marxista de que el comunismo se instituye a través del comercio global. La influencia de China en Hispanoamérica, su inversión en infraestructura y su poder geopolítico destacan su rol en el escenario internacional. Aunque no promueve un comunismo en el sentido clásico, la capacidad de China para dirigir el comercio mundial y su influencia global subrayan su relevancia en el contexto del comunismo globalizado. En otras palabras: la utopía de Marx.

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